Implementamos un curso de música, 2010 fue impactante ver como se inscribieron niños, jóvenes y hasta ¡adultos, interesados en aprender! Ahí se creó la primera rondalla, el primer grupo, se reforzaron músicos líricos, ahora con bases musicales, aprendieron a leer notas y un poco de teoría de la música. Muchos de ellos batallaron para poder poner posiciones en la guitarra, algunos ¡torpes! para llevar los tiempos con la batería, jajajjajaja; muchas baquetas quebradas, cuerdas trozadas, uno que otro frustrado, pero sin desistir. Pero hubo un estudiante que me llamó la atención, aparentemente el más travieso, demasiada energía, parecía que cualquier esfuerzo por parte del maestro era en vano; hoy una gran músico, superó a cualquier otro de los demás estudiantes, es impresionante ver como mueve sus dedos sobre las cuerdas de la guitarra, con una destreza, rapidez excepcional, al oír su música se siente en la piel, salen los sentimientos, y el corazón se emociona. Ahora puedo decir que vale la pena esforzarse por cada uno de los alumnos, sean sagaces o no, en algún momento frustrado, pero el que enseña siempre impulsa; y al final detrás de un buen maestro siempre habrá un buen alumno.
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